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Santiago
amargada crónica

viernes, 22 de junio de 2012

Muy adentro de todos, o quizás no tanto, siempre existe el deseo, la ilusión o el sueño de mandarlo todo a la cresta.
Los trabajos odiosos, el deseo constante de querer comprar weas inutiles que al final sentimos que nos definen. Ya no somos lo que hacemos, somos lo que consumimos y es asqueroso. Yo me incluyo. Solo compro ciertas marcas de algunas cosas, porque siento que me reflejan en cierto sentido.
Pero basta con una canción, con una película o con una historia del amigo de un amigo para creernos todos tan libres, y soñar con la utopía de dejarlo todo y virarse a cualquier lado con lo puesto y de la mano de la persona que queremos.
OJO, solo no vale. Se necesita estar con alguien para que la utopía sea real, y el que dice que quiere ir solo, se está mintiendo a sí mismo, y no señor, yo no estoy equivocada. No se le olvide que soy psicóloga y yo sé más de ud, que ud mismo. Esa es la gracia de mi carrera, puedo decirle a cualquiera que lo que dice que quiere, no es verdad, que lo que quiere es otra cosa pero que el no lo sabe. En todo negocio la premisa fundamental es que el cliente siempre tiene la razón, en mi caso no. El cliente nunca tiene la razón.
Y estaba escribiendo de algo y ya se me olvido
FIN. Después sigo sobre esto.

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