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Santiago
amargada crónica

miércoles, 13 de junio de 2012

ocio

Lo que el odio del ocio es que tanto tiempo me hace pensar weas.
El problema es que el pensar y/o reflexionar se convierte rápidamente en una rumiación mental cuática.
Las ideas simples se convierten en virus y se toman la cabeza con distorsiones asquerosas, y todo se convierte en un caldo de cabeza horrible. De esos que odio. Y me termino convirtiendo en todo lo que detesto en la gente. Y paro. Hasta que empiezo de nuevo.

Me carga que en esta situación todo se complica. Aquello que no es tema se convierte en tema y me estreso. Hay cosas que importan y hay cosas que no, hay cosas que son tema y cosas que no. Hay cosas que uno tiene que poner ojo y a otras las deja que fluyan no más... y puedo hacer siempre esa diferenciación, pero el límite se vuelve difuso cuando la línea de asociaciones que me guía el pensamiento se vuelve vaga y con una lógica que ni yo comparto. Es como si hubiese otra titi dentro de mi cabeza haciendo todo lo que me carga sólo para molestarme.
Una vez leí que uno odia cosas de la gente que en verdad odia de uno mismo pero no lo acepta. No sé si será verdad y no sé hasta que punto lo comparto. Pero yo odio a la gente que se complica y es porque en verdad yo soy buena pa complicarme pero no lo acepto como algo propio de mi identidad (en el absoluto abuso del término)?.
Frase del día: Yo no puedo impedir que los cuervos vuelen alrededor de mi cabeza, pero sí puedo impedir que hagan un nido en ella (traducción: dejate de pensar weas estupidas y piensa sobre weas de verdad).

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